El Adán de las criptomonedas se inventó hace más de una década. Desde el nacimiento de Internet y la magnífica idea de Jeff Bezos de lanzar Amazon.com (por suerte, no como Cadabra, que suena a cadáver), la gestión de pagos ha sido una gran cuestión a tratar, especialmente el fraude.
En los años 50 se inventaron las tarjetas de crédito para solucionar el problema de llevar encima el dinero. La tarjeta Diners fue la primera, de la cual todavía soy cliente a día de hoy.
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Permitió a los vendedores escribir rápidamente la información de la tarjeta de crédito en un papel y dar una copia a los clientes para que la firmaran. Su característica más reconocible era ese 'pop' sibilante.
Antes de la invención de ese raro aparato para completar los pagos, se hacía mediante papeleo escrito a mano, que era un proceso largo. Recuerdo a los clientes haciendo cola y quejándose: «Oh, no, otro con tarjeta de crédito. Ahora tendremos que esperar mucho más rato». Y estaban en lo cierto: el vendedor tenía que sacar los papeles, escribir todo en un formato legible, comprobar la identidad del cliente y firmar, lo cual requería mucho tiempo. En comparación, el pago en efectivo era un proceso rápido y sencillo. Los emprendedores inteligentes tenían la oportunidad de mejorarlo considerablemente.